Editorial

La Pancarta tiene como objeto difundir y generar cierto feedback entre quienes tengan intereses por el arte, el cine, la cultura y principalmente la comunicación. La política internacional nunca deja de ser un dialogo obligado entre amigos y conocidos, así que frente a los turbulentos cambios que esta presentando el escenario latinoamericano no dejan de ser bienvenidas todas las perspectivas que contribuyan a dar cuenta de las distintas problemáticas y sus formas de abordaje. Este espacio, humildemente, prestará especial atención a un aspecto en particular: La Sociedad de la Información (SI) -en tanto nueva fase de la historia- donde se ponen en juego y reconfiguran los planos de lo global, lo regional y lo local. Las desigualdades presentes respecto a las brechas digitales no son, por cierto, las más urgentes, en un contexto de hambre y exclusión. Sin embargo, prestar atención a dichos aspectos -y su especial reflexión acerca de las influencias de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs)-, permitirá plantear un debate acerca de lo queremos para nuestras sociedades latinoamericanas.En tal sentido algunos links de La Pancarta proponen continuar dichas reflexiones.Por ultimo, hay elementos personales y de gusto propio que se encuentran dispersos en este espacio, fruto del capricho de quién le escribe. Sepan compartirlo y por ende, disculparme.



Edgardo Portale
Marzo del 2008

domingo, 30 de marzo de 2008

Fotomontaje de Grete Stern


"Botella al mar" (1950)


Contar lo onírico es hablar de metáforas. Tratemos, entonces, de jugar con las metáforas (y con el lenguaje también).La mujer mira hacia arriba y espera. Espera a que alguien se fije en ella. ¿Espera a su amor? Parece que sí, o que piensa en eso. Tal vez este esperando a que alguien la tome por el cuello (de la botella) y la arroje al mar. Al más allá. El mar ocupa el lugar de lo incierto, pero también ofrece la posibilidad de romper esa situación de seguridad, de continua espera. Además, el mar esta por detrás, esperándola a ella también. ¿Qué destino tienen sino las cartas en las botellas? Nadie lo sabe bien, sólo que es un destino incierto: jugarse una posibilidad en un millón. Se tiran cientos de cartas al mar, tal vez ninguna llegue a alguna parte, porque -como sabemos- las cartas arrojadas al mar no tienen destinatarios ni esperan respuestas.El destino, entonces, es esa espera misma. Sí el futuro de una carta arrojada al mar es incierto, entonces el de esa mujer también. Hay una imposibilidad de salirse de esa situación de encierro, pero dicho encierro es feliz. Se la ve tranquila a la mujer. Ella ocupa muy bien su lugar: se lleva bien con la espera o, ¿Con el recuerdo? ¿Y si toda esa espera es producto de un recuerdo? ¿Si no necesita saber que le pasará, sino que le paso? ¿Cómo sigue la historia?Entonces, pensemos al revés de antes. Frente a la imposibilidad de saber cuál será su destino, esa chica negaría su destino condenándose eternamente a esa situación de espera. Saber que su amor no volverá significa, entonces, negar cualquier otro destino posible. La muchacha se juega la vida en ese acto de continua espera. Ya no le interesa saber que pasará, porque todo lo importante ya paso.La situación de la chica -su encierro-, hay que pensarlo en un nivel metafórico: todos somos presos de nuestros propios encierros ("felices") y, también esperamos que alguien pase y se fije en nosotros, aunque sólo sea para arrojarnos al mar. Aunque sólo sea para demostrar su furia y hacernos saber que estamos vivos. Lo peor que le puede pasar a una persona es que no le pase nada, que no sienta nada, ningún sentimiento ni de amor ni de dolor.La imagen de Stern logra transmitir esa sensación de que alguien vive allí, en esa botella, como en un estado de paz y espera, pero también de soledad. El mar -de fondo- refuerza esa soledad. ¿Qué lugar representa el mar en nuestras vidas (mundanas, urbanas, agobiadas por la sociedad de consumo que todo lo vende y todo lo compra, hasta al propio mar que se vuelve objeto de consumo y pauta publicitaria)? El mar representa, entonces, el lugar de descanso, de las vacaciones. Pero esa no es la única función del mar (aunque pareciera ser la única que nos quieren imponer), ya que el mar también es el espacio de la Reflexión, de la Meditación y de los Misterios. El Misterio -en la imagen- es el futuro de la mujer, la soledad, es esa misma reflexión y espera que la muchacha se impone. De este modo se une el mar y la botella, como una perfecta metonimia entre contenido y continente: la mujer se juega la vida frente al mar, esperando algo o no esperando nada y este, que espera recibirla, todavía no tiene la suficiente fuerza como para arrastrarla. Parece entonces, que nunca se van a unir.


Edgardo Portale (2005)

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