
"Botella al mar" (1950)
Contar lo onírico es hablar de metáforas. Tratemos, entonces, de jugar con las metáforas (y con el lenguaje también).La mujer mira hacia arriba y espera. Espera a que alguien se fije en ella. ¿Espera a su amor? Parece que sí, o que piensa en eso. Tal vez este esperando a que alguien la tome por el cuello (de la botella) y la arroje al mar. Al más allá. El mar ocupa el lugar de lo incierto, pero también ofrece la posibilidad de romper esa situación de seguridad, de continua espera. Además, el mar esta por detrás, esperándola a ella también. ¿Qué destino tienen sino las cartas en las botellas? Nadie lo sabe bien, sólo que es un destino incierto: jugarse una posibilidad en un millón. Se tiran cientos de cartas al mar, tal vez ninguna llegue a alguna parte, porque -como sabemos- las cartas arrojadas al mar no tienen destinatarios ni esperan respuestas.El destino, entonces, es esa espera misma. Sí el futuro de una carta arrojada al mar es incierto, entonces el de esa mujer también. Hay una imposibilidad de salirse de esa situación de encierro, pero dicho encierro es feliz. Se la ve tranquila a la mujer. Ella ocupa muy bien su lugar: se lleva bien con la espera o, ¿Con el recuerdo? ¿Y si toda esa espera es producto de un recuerdo? ¿Si no necesita saber que le pasará, sino que le paso? ¿Cómo sigue la historia?Entonces, pensemos al revés de antes. Frente a la imposibilidad de saber cuál será su destino, esa chica negaría su destino condenándose eternamente a esa situación de espera. Saber que su amor no volverá significa, entonces, negar cualquier otro destino posible. La muchacha se juega la vida en ese acto de continua espera. Ya no le interesa saber que pasará, porque todo lo importante ya paso.La situación de la chica -su encierro-, hay que pensarlo en un nivel metafórico: todos somos presos de nuestros propios encierros ("felices") y, también esperamos que alguien pase y se fije en nosotros, aunque sólo sea para arrojarnos al mar. Aunque sólo sea para demostrar su furia y hacernos saber que estamos vivos. Lo peor que le puede pasar a una persona es que no le pase nada, que no sienta nada, ningún sentimiento ni de amor ni de dolor.La imagen de Stern logra transmitir esa sensación de que alguien vive allí, en esa botella, como en un estado de paz y espera, pero también de soledad. El mar -de fondo- refuerza esa soledad. ¿Qué lugar representa el mar en nuestras vidas (mundanas, urbanas, agobiadas por la sociedad de consumo que todo lo vende y todo lo compra, hasta al propio mar que se vuelve objeto de consumo y pauta publicitaria)? El mar representa, entonces, el lugar de descanso, de las vacaciones. Pero esa no es la única función del mar (aunque pareciera ser la única que nos quieren imponer), ya que el mar también es el espacio de la Reflexión, de la Meditación y de los Misterios. El Misterio -en la imagen- es el futuro de la mujer, la soledad, es esa misma reflexión y espera que la muchacha se impone. De este modo se une el mar y la botella, como una perfecta metonimia entre contenido y continente: la mujer se juega la vida frente al mar, esperando algo o no esperando nada y este, que espera recibirla, todavía no tiene la suficiente fuerza como para arrastrarla. Parece entonces, que nunca se van a unir.
Edgardo Portale (2005)
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